Texto de la solapa:
Acerca del autor:Sergio Fernández ahora nos entrega –tal vez como todo lo suyo– un libro heterodoxo. Se trata y no, a un tiempo, de sor Juana, una de sus grandes obsesiones o –¿por qué no?– una de sus máscaras, como llamó al fenómeno una ensayista polaca a raíz de la publicación a ese idioma de los peces acaso la novela más reconocida del autor. Pero ¿es realmente la monja el eje de estas meditaciones? Varias líneas de conducta escritural se mezclan para formar el libro: Sor Juana misma, o más bien el narrador de la Serie de los Sonetos. El ocultismo, representado en esta ocasión por la Qábala (a un sólo nivel) y algunos arcanos del Tarot: ambas situaciones como posibilidad de conocimiento literario que engloban no sólo al barroco sino que éste, como pretexto, sirve para mirar al fenómeno de la literatura en general. También –como consecuencia de lo anterior–, aparece la estética que, afirmada en Gracián, puede servir como punto de referencia para echar una mirada al siglo xvii a Peninsular y Novohispano; estética que Sergio Fernández llama del “arrepentimiento”. Se entrecruzan, claro, un catolicismo inexistente en los Sonetos que, en su forma de paradójica presencia, da lugar a la aparición de una metafísica que atraviesa la Serie de punta a cabo. Pero al mismo tiempo, salido de ella, hay algo singular que no debe pasarse por alto: lo referente a la sexualidad. ¿Es este un libro sobre educación sentimental o sobre teoría del conocimiento sexual?
Lo cierto es que en La copa derramada se abarca también una mitología centrada especialmente en la leyenda del Santo Graal, o sea la búsqueda de la inmortalidad. Por supuesto el narrador de los Sonetos da la espalda, como ser moderno, a la Leyenda para ofrecer con ella una distancia y presentarnos a los endecasílabos de amor en toda su grandeza contemporánea, viva.
Sor Juana –nos hace saber Sergio Fernández– será el punto clave para entender, cristalizándola, una parte del mundo de la Qábala, referido especialmente al Árbol de la Vida. Se manejan. pues, dos lineamientos: el del simbolismo del Árbol y el del mito en él incrustado, que es el del Andrógino. Los Sonetos (algunos finamente enmascarados, en tanto que los demás estarían a ojos vistos) llaman la atención en cuanto a lo que, por no revelar abiertamente, lo hacen en forma que, si bien tangencial, resulta a todas luces reveladora: el hombre tiene por dentro a una mujer; ésta, en sus intimidades, al hombre. La Qábala, que aprehende doctrinas de todas, en este caso se finca en el platonismo para darle a la mujer un lugar de importancia, fundamental en la cultura de Occidente. De este modo la intimidad anidada en la Serie nos pone a reflexionar sobre el acento de la Qábala sobre problemas aún no suficientemente discernidos en nuestra sociedad actual.
Caemos entonces en la cuenta de que la heterodoxia de La copa derramada trama un grotesco, que quizás aclara una verdad de Perogrullo: lo indefinible de la obra de arte. Pero Sor Juana –nuestro clásico americano en lengua española– merece este “juego” –como lo llama Sergio Fernández– y muchos más también, siempre que, sin perder la línea de conducta imaginaria del lector, lo sumerja en el misterio de la monja jerónima.
Sergio Fernández es un hombre de letras por vocación: Maestro emérito de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, invitado permanente a dictar cursos en universidades norteamericana, europeas, centro y sudamericanas, escritor incansable de ensayos y novelas, es, entre otros, uno de los representantes más fieles, de lo que se podría llamar una vida dedicada a la literatura. Ha publicado Ideas sociales y políticas en el “Infierno” de Dante u “Los sueños” de Quevedo (1950); Cinco escritores hispanoamericanos (1958); Ensayos sobre literatura española de los siglos xvi y xvii (1961); Las grandes figuras españolas del Renacimiento y el Barroco (1968). Asimismo, su producción narrativa consta de los siguientes títulos: Los signos pedidos (1958); En tela de juicio (1964); Los peces (1968); Segundo sueño (1976) y Los desfiguros de mi corazón (1983).